domingo, 29 de julio de 2007

Mi hermano... El Beto... (retocada)


Era la madrugada del año nuevo 1985 y mi hermano no regresaba a mi casa. Aquel año, mis amigos y yo habíamos apostado que nos amaneceríamos por el solo hecho de ver, por primera vez en nuestras vidas, el sol salir, sin haber pegado el ojo en toda la noche, se que ahora suena estupido, pero en esas épocas el hacer eso era recontra emocionante para unos niños surquillanos como nosotros, que día con día vivíamos escuchando leyendas urbanas y viendo como nuestros viejos borrachos gritaban y golpeaban a nuestras madres. Para nosotros, el hecho de durar toda una madrugada sin pegar el ojo, era una señal de hombría, de que éramos unos dignos habitantes de ese barrio duro que nos había tocado habitar: Surquillo. Chicago Chico carajo, hay que ser bien machito para sobrevivir allí.
Llegó la mañana y solo yo, coqui y el carlitos (el mono) habíamos aguantado, y cuando el cielo al fin se puso celeste nos miramos y con la mirada nos abrazamos y nos felicitamos, luego nos pusimos a buscar cohetes, rasca-pies y chispitas mariposas en el suelo, que no habían sido reventadas ni usadas, cosa de chibolos…
En eso, como a las 6 de la mañana, divisamos un volkswagen amarillo que se estacionaba en la esquina, era el auto de micky Lara, uno de nuestros ídolos del barrio. Era un auto con vidrios polarizados, y por mas que corrimos a asomárnos, no pudimos ver quienes estaban y qué ocurría adentro.
De pronto, un señor, cuyo nombre era similar al de un presidente de los estados unidos salio de su casa, mas de una vez nosotros lo habiamos visto en la calle peleándose con su hermano por las calles a punta de cuchillo, este tipo rojo, de ojos claros y de pelo escaso, salió de su casa y embestió contra el volkswagen de micky Lara… ninguno de nosotros podía asimilar en su totalidad lo que veía, parecía, que debido al sueño, lo que presenciábamos era una alucinación… pero no, no lo era, en nuestras propias narices veíamos como el señor ese, cargaba un bote de la basura por encima de su cabeza y lo arrojaba con toda su furia encima del parabrisas de micky Lara, sin que nadie desde dentro del carro hiciera nada por impedirlo.
En eso, luego de unos segundos, como si hubieran estado dormidos, mis amigos y yo presenciamos como desde dentro del carro salían uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete muchachos, todos, espectacularmente vestidos, bajo una nube de humo mistico, jóvenes, fuertes, bellos, corriendo, con cuchillos, piedras o cualquier cosa en sus manos, dispuestos a todo, para defenderse… y entre ellos… mi hermano, el beto, mi ídolo, corriendo furioso, dispuesto a todo por vengar la ofensa de la cual nuestra cuadra había sido victima, y luego de eso, ver como todos esos jóvenes, embestían con botellas, patadas y tacles, contra una de las familias mas prestigiosas de ese surquillo, que ya estaba muriendo, Los Sumarini, que se había visto ofendida, porque uno de esos jóvenes, había chocado esa misma noche, en una fiesta, contra una de sus mujeres, el buen Michelle, quien sin medir consecuencias, había aprovechado su buena apariencia para gozar de las caricias de aquella mujer dentro de aquel mismo auto, que ahora lucia el parabrisas destrozado.
Mi hermano y sus amigos, representaban para mi, todo aquello que en un barrio como el nuestro era necesario tener para sobrevivir. Mi hermano, nueve años mayor que yo, nunca pudo enseñarme matemáticas, ni literatura, y nunca destacó como yo, por sus buenas notas en el colegio, pero a cambio, siempre me enseñó con el ejemplo: a ser valiente, a nunca dejarme ni rendirme, a defenderme, a entregarme siempre por entero.
Horas despues, mi madre regresó al fín de la guardia (mi madre era enfermera en una clínica pituca de miraflores, donde no le perdonaban ni la navidad ni el año nuevo...), caminó -quizás presintiendo que su hijo mayor estaba allí- hasta el pequeño auto destrozado (donde descansaban los muchachos luego de la pelea) y tocó la puerta. Todos los amigos de mi hermano, con los ojos extrañamente rojísimos, la saludaron con respeto, sonriendo, "¡Feliz año nuevo doña Elsita!", y la abrazaron, la besaron, y mi hermano regresó a mi casa, con un poquito de sangre en la nariz, trayéndo a mi madre abrazada, como si nada hubiera pasado.....
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Historia retocada el Martes 31/07/2007 --- Disculpen la versión anterior, estaba un poquito... indispuesto ... :)

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- Estas bromeando… ¿No?...
- No, es en serio Marito. Invítame pues… -repitió, con una sonrisita rara que indicaba que el trago ya le había chocado-
- Estas mareada Pamelita, mejor te acompaño a que tomes un taxi ¿Ya?...
- No, no quiero irme a mi casa… está bonita la fiesta… y si estoy un poquito mareada, pero mejor pues, tu no me has dicho que con “eso” te pasa…

Era la primera vez que una chica me pedía que le invite… no… eso no es cierto y lo aclaro: era la primera vez que una chica, que nunca antes había probado, me pedía que sea yo, quien le rompiera la ñata (como vulgarmente se le llamaba a la primera vez que jalabas coca). Y bueno, como el trago y la coca, aun no terminaban de derribar la totalidad de mis valores morales, le dije que no…

- No Pamelita… no me hagas esto, yo sería incapaz de hacerte probar esa mierda, yo sería incapaz de hacerte algo así…
- Pero tú no me estás obligando… soy yo, la que te lo estoy pidiendo –dijo despacito, acercando su rostro hacia mí. Era la primera vez que realmente me sentía atraído por ella-
- Aun así, no… -dije acariciándole el cabello-

Cuando terminó la canción llevé a Pamela donde mi grupo de amigos más íntimos, y con ellos seguimos bebiendo, bailando y haciendo bromas. No se en que momento pasó, pero de un momento a otro empecé a ver a Pamela con otros ojos, ya no era la chibola aburrida y sin personalidad con la que salía para olvidar los desplantes de Evita (esa china maldita que me traía loco desde hace tiempo). Ahora, desde mi sitio, mientras saboreaba un vaso de trago corto color naranja, la veía moverse con gracia al lado de mi amigo dante, agitando su cabello corto y lacio al compás de una música electrónica, ambos parecían estarse divirtiendo mucho, y a mi eso me puso contento, ver como mis amigos disfrutaban de mi fiesta me hacia feliz, así que, para disfrutar aun mas de ese momento, entré de nuevo al baño para aplicarme mas coca, cerré la puerta con seguro, y enseguida, bailando, al ritmo de la música, saqué de mi bolsillo el paquetito de papel transparente que abrí con mucho cuidado, y haciendo uso de mi oxidada llave, me metí cuatro jalones bien dados, dos por cada fosa nasal, luego me mojé la cara, el cabello, y salí de nuevo hacia la sala. Cuando llegué al sitio de mis amigos, pude notar que pamela ni dante estaban…

- ¿Donde está dante? –le pregunté al mox, otro de mis grandes amigos-
- Salió un rato con pamela tío, creo que se fueron a comprar cig…

Ni siquiera dejé que mox terminara la frase, al instante bajé como pude las escaleras, salí a la calle y comencé a correr hacia el parque que quedaba a la vuelta de mi casa, desde las bancas mas oscuras, desde detrás de los árboles, oculta, gente en tinieblas me pasaba la voz “habla marito”, “acá tengo marito”, pero yo no les hacia caso, porque a lo lejos había divisado las sombras de pamela y dante, que se acercaban la una a la otra… “¡Dante!”, grité lo más fuerte que pude, y vi como ambos, un poco avergonzados, se separaban y se acercaban hacia mi, “¿Qué pasó tío?... ¿Ahora asustas en los parques?…” –dijo dante, queriendo bromear conmigo- … “Sabes que webon, de ahí hablo contigo ya, déjame un rato a solas con pamela…” –dije sin mirarlo, si poder ocultar mi enojo-, “Ok tio, es tu Cumple…” –dijo dante, y se fue-

- Puta mare… ¿Qué se supone que ibas a hacer pamela?
- Nada…
- ¡Como qué nada!, si no llego a buscarte, ya estuvieras agarrando con dante…
- ¿¡¡¡¡YYYYYYY!!!!? –gritó pamela, sorprendiéndome, haciéndome sentir en plena cara su aliento levemente alcoholizado-
- ¡Cómo que ¿Y?!
- Si pues, ¿¡¡YYYYY!!?... sabes qué mario, así tú lo pienses, yo no soy ninguna cojuda, ya me cansé de ser yo la que le pone más a… “esto”… que ni siquiera se que cosa es…
- ………..
- Yo… para ti… soy solo la chibola webona, que te escucha tus wadas, que lee las cojudeces que escribes… ¿Sabes qué?... ¡Ya me cansé!... ¡Ándate a la mierda!

Y así, luego de todo lo que me dijo, luego de cagarme toditito, dio media vuelta y se puso a caminar furiosa hacia mi casa, mientras yo, en mi sitio, me había quedado sin palabras, pensando, que en esa escena “tarantinezca”, definitivamente la que se había llevado las palmas había sido ella… Y por primera vez la admiré… Y creo que la amé… y corrí hasta darle el alcance, y la cogí fuerte del brazo, aun podía salvar aquello …

- ¿Aun quieres que te invite coca?
- Si

**********

Muy despacio, abrí la puerta del primer piso de mi casa, mis padres probablemente estarían durmiendo, en realidad, ya estaban acostumbrados al ruido y a las fiestas locas que organizaba su hijo en el segundo piso cada cierto tiempo. Sin encender las luces, hice entrar a pamela al baño, y allí, alumbrados apenas por un encendedor, sentados ambos al borde de la bañera, hice que pamela inhalara varias veces coca, y luego de ello, excitados por la droga, la oscuridad, y la sensación de que en cualquier momento mis padres podían despertar y encontrarnos, comenzamos a besarnos y a sacarnos la ropa como locos, y así, al ritmo de “Don’t look back in anger”, que sonaba fuertísimo allá arriba, caímos los dos dentro de la bañera y nos amamos de una forma que podría describir como tierna y violenta, dulce y acida, placentera y dolorosa… hubo amor, pasión, caricias, forcejeos, besos, mordiscos… y sangre… mucha sangre…
Y luego de que hubimos terminado, sentados de nuevo al borde de la bañera, ayudaba a pamela a vestirse, cuando una idea fugaz cruzó mi mente...

- ¿Sabes qué?, Algún día voy a escribir una historia de esto…
- ¿Ah si? –dijo divertida-, ¿Y cómo le pondrías, a ver?...
- “Orgía de drogas y sexo en la tina”… ¿Te parece?
- Naaaaaaa……. Que te parece… “Su primera vez, en mi bañera”…
- Puta madre pamela… ¡es perfecto!
- Ja, ja… ¡Para que veas!…

Dijo riéndose, y por cada segundo que transcurría, yo admiraba y me enamoraba más de esa chiquilla, que con el tiempo, llegaría a ser mi esposa.

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La noche de mi cumpleaños número veintitrés, apareció en el umbral de mi puerta mi primo Toño.
- Aquí te traje tu regalo –dijo en mi oído, a la vez que depositaba en mi mano un misterioso y pequeño paquetito-
- ¡Gracias loco!, tu siempre con los detalles –respondí excitado-
Guardé mi regalo en el bolsillo secreto de mi pantalón y enseguida me acerqué a saludar a Pamela, la chica con la que llevaba un par de semanas saliendo.
- ¡Pamela!... pero que sorpresa... –dándole un abrazo-
- Feliz día Marito… Yo te dije que hoy venia… Y ya ves –dijo sonriendo-
Al instante alguien puso una canción que me gustaba mucho, así que la jalé al medio de la sala para bailar…
- En serio que hoy estás particularmente bonita...
- Gracias… -sonrió tímida-
La verdad no esperaba que Pamela viniera a mi cumpleaños. Vivía muy lejos de mi casa y además sus padres (que eran evangélicos) no me pasaban. Mentiría si dijera que tenía un serio interés por ella, para nada, la conocí en la fiesta de una amiga y en honor a la verdad, salía con ella solamente por pasar el rato. Habíamos pasado juntos el último catorce de febrero, ese día Pamela llegó a mi casa con una tarjeta gigante que decía “Feliz día de San Valentín”, yo no le había comprado nada.

Cuando terminó la canción presenté a Pamela con unos amigos y me metí en el baño. No podía aguantar más. Habían pasado cerca de tres semanas desde la última vez y mi ansiedad era fuertísima, un poco de coca cayó de la llave al suelo debido al temblor de mis manos.
Seguí dando vueltas por entre mis grupos de amigos, todos me saludaban con afecto exagerado y me invitaban vasos de trago, yo era en efecto, el rey de la fiesta.
Seguí visitando el baño cada vez con mayor frecuencia, todos los que me conocían sabían para qué entraba pero no me decían nada, sabían que era mi santo y que no me tenían que pedir, para eso estaba mi primo Toño, quien estaba haciendo su agosto vendiéndole a los desconocidos: medio chamo por diez soles.
Siempre de vez en cuando, sacaba a bailar a Pamela, quien así, vestida y maquillada como estaba, no aparentaba para nada sus recién cumplidos diecisiete años (fecha en la que fui a su casa con unos amigos, y uno de ellos se orinó de borracho dentro del horno de su cocina). Muchos me preguntaban porque no estaba con ella, y la verdad, siempre fue difícil responder a esa pregunta. Lo único que quizás, me desalentaba en esa idea, era que Pamelita carecía de personalidad, o al menos, una personalidad que a mi me pareciera atractiva, o sea, era una chica demasiado normal para alguien como yo, que por esas épocas, vivía mi vida de una manera libre y desenfrenada. Sin embargo, a pesar de todas mis virtudes y defectos (muchos mas defectos, obviamente), Pamelita parecía estar muy prendada de mi, situación que yo siempre le atribuí a la poca libertad que sus padres le concedían. Pamelita veía en mi algo así como un “rebelde sin causa”, alguien que le hizo escuchar música distinta, fuerte, con hartas lisuras, alguien que la llevaba a pasear (haciendo uso de un bajísimo presupuesto) a un sinfín de lugares divertidos y pintorescos, alguien que le hablaba de sexo y drogas sin pudor, y le devastaba sin asco, todas las fabulas religiosas que sus padres y maestros le habían impuesto desde niña, en fin, alguien que ingresó a su aburrida y monocroma vida para ponerle un poco de color.
Un amigo, Daniel, cuadró una canción que a mi me hacia recordar mucho a una ex, “Hole in my soul” de Aerosmith, y como era una balada y toda balada era especial, no quedaba otra que bailar dicha canción con Pamela. Y así fue, me acerqué donde ella por detrás, y le tomé la mano…
- ¿Bailamos?
- Claro que si Marito…
Fue hacia la mitad de la canción que Pamela me lo preguntó…
- Oye Marito, ¿No te molesta si te digo algo?
- Claro que no, dale…
- Tú estás drogado ¿no?
- ¿Qué?... Pero… ¿Por qué piensas eso? –dije, tratando de controlar las muecas de mi boca-
- Porque me han dicho, y además porque no soy tonta, a cada rato entras al baño y sales haciendo muecas raras…
- Entonces si ya sabes, para que me preguntas –dije, un poco enojado por haber sido descubierto-
- Porque quiero que me invites –dijo ella, con una decisión que me hizo estremecer-

Continuará…

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domingo, 1 de julio de 2007

La culebritica de EBP...

- Ya pues pepe, ¡Me vas a llevar si o no! -refunfuñaba la kari, algo molesta-

Así que, para evitar todo lo que suele venir luego de situaciones como esta (malas caras, malas comidas, y privaciones sexuales), tuve que abandonar mi riquísimo y calientito refugio, y calzarme de mala gana mis zapatillas… ´

- Te voy a llevar a Tottus para que compres la torta, ¡pero yo no voy a ir a la casa ah! –dije subiendo un poco la voz, defendiendo dignamente, mi fin de semana peliculero y futbolero-
- ¡No me importa si vas o no!, ¡tu llévame nomás y punto! –dijo la kari, tirándome encima mi polera marrón-

Minutos después, ya estábamos escogiendo la torta, una mediana de chocolate…

- ¿Qué le pongo joven? –me preguntó la señorita encargada de los postres-
- Kari... qué le pone…. –quise consultar con kari, pero esta había desaparecido, caballero tuve que pagar yo la torta-. Póngale… “Feliz día Tiá Telmita” por favor.

En efecto, se celebraba el cumpleaños número 53 de la tía Telmita, hermana de la madre de kari, y a quien toda la familia de mi esposa considera poco menos que una santa. La verdad sea dicha, yo también admiro y estimo mucho a la tía telmita, pero justo un día antes me había metido “unas cuantas” chelas con mis patas de la chamba y lo que menos quería mi hígado en esos momentos era una gota de alcohol mas. Así que la idea de asistir a esa reunión familiar estaba totalmente descartada.

Ya camino a la casa, como era de esperarse, la kari empezó a trabajarme al sentimiento…

- ¿Bien malo eres no?, Ya no te acuerdas cuando mi tía telmita se queda con la bebe, para que nosotros podamos irnos a bailar. Cuando nos presta plata para pagar las tarjetas. Cuando nos manda postres los fines de semana….
- Si me acuerdo kari, pero estoy cansado pues. Mira que ayer me he acostado tarde… -dije yo, tratando de apaciguarla-
- Mira pepe, ¡no me hagas acordar ya!... que desde que has entrado a ese nuevo trabajo estas que sales mas seguido solo… ¡Ah! y ese floro papito, de que las fiestas y parrilladas que organizan, son solo para los empleados…. Ayayay… que yo me entere nomás, ¡ya sabes!..

Faltando pocas cuadras para llegar a la casa de la tía telmita, los chantajes moralistas y los pucheros certeros de la kari, ya me habían convencido.

- Esta bien amor… vamos…
- ¡Ay mi amor! ¡Que lindo eres! –dijo dándome un beso-
- Yayayaya –dije safándome. Tratando de defender lo poco que quedaba de mi dignidad de varón-

Cuando ingresamos a la casa de la tía, el panorama lucia totalmente desalentador. Los presentes eran los mismos de siempre. El tío bolito, a quien todos queremos mucho, pero valgan verdades, es más aburrido que el rosario de las seis, siempre que voy de visita a la casa de la familia de mi mujer y me lo encuentro, se encuentra oculto detrás de un enorme diario “El Comercio”. Apenas me saluda con un balbuceo indescifrable y por debajo del diario, extiende una mano morenita y aguachenta que nunca puedo coger bien. A su lado se encontraba su mujer, la tía conchito, quien siempre que me ve, me enyuca sin piedad, mínimo 3 productos Unique. “Aquí tienes pepito, mientras que tomas tu coctelito mira este catalogo con lo ultimo de las fragancias Unique otoño-invierno 2007, que son lo máximo”. Y como cereza de la torta, como broche de oro, se encuentra sentada en una esquina de la sala, sobre un enorme sillón de terciopelo azul, lujosamente ataviada con un conjunto de lino beige, y bien abrigadita con un chal de lana color negro: “Chavelita”, la nonagenaria abuela de mi esposa, quien una vez verme ubicado delante de ella, se arranca contándome la historia de su cumpleaños numero diecisiete, cuando según ella, "se le juntaron cuatro novios en su casa, y ella no sabia que hacer para que ninguno se de cuenta que estaba con los cuatro a la vez"... La kari como siempre, una vez que se encuentra en su casa, con su familia, desaparece y me deja solo, batallando con el tedio del tío bolito, los catálogos de la tía concho y las historias –cien por ciento somníferas- de Chavelita.

Pero de pronto algo cambio –y yo siempre he dicho que todo cambio es bueno-, y fue que hizo su entrada en la casa un sujeto que pocas veces había visto en mi vida: El primo Charlie.
Llego con unos jeans rotos, una casaca talla Super Extra Large de los Chicago Bulls, y una radio alucinante que cuando la enchufó, hizo parpadear la precaria iluminación de toda la cuadra. Era una discoteca andante esa pequeña radio, tenía una X enorme de neón azul en la parte delantera, y –según me lo comentó el primo Charlie momentos después- leía cualquier CD con formato conocido y/o desconocido de sonido y/o video, sea CD, VCD, DVD, sea WAV, MP3, MP4, sea AVI, MPEG, MOV... ¡De todo leia la cachantrafa esa!...
Al instante la reunión sufrió un extraño cambio, y es que el primo Charlie, sin pedir permiso a nadie y sin ni siquiera, saludar a la cumpleañera, entró a la cocina, abrió el frigider y sacó de arranque una chela helada que destapó con los dientes y puso en la mano del sorprendido tío bolito, su viejo, quien para mi sorpresa, en vez de llamarle la atención, dejó a un lado su diario decano El Comercio, lo abrazó, e incluso cruzó unas cuantas bromas con él. Seguidamente el primo Charlie cuadró un reggaeton recontra berraco, subió al máximo el volumen de su radio, y sacó a bailar a la señora Lily, mi suegra, quien hasta hace algunos minutos se negaba rotundamente a bailar cualquier tipo de música aduciendo una lesión en el tobillo, pamplinas, en cuanto estuvo en medio de la sala con el Charlie se le fue todo y bailó sin inhibiciones, incluso pude notar que conocía bien la letra…

“Cuando sienta el ¡boom!… De este perreo intenso… Túmbame el guille y calma Que estás en falda y se te ve to'”

Incluso yo, que me considero autentico devoto de la música alternativa, eterno seguidor de las bandas noventeras grunge, y sobre todo, el mas grande fanático de Collective Soul en todo el territorio Peruano, tengo que reconocer que en cuanto sentí el ritmo pegajoso de ese ritmo de mierda, mis manos… y mis pies… ¡se me comenzaron a mover solitos csm!... así es, pude sentir el “flow”, me vi contagiado por el estilo y saoco contagiante del primo de mi mujer. Así que cuando la primera ronda de cervezas se acabó, yo mismo saqué plata de mi bolsillo y fui a comprar más. Cuando regresé de la tienda el tono ya estaba armado. Habían llegado dos primas más de mi mujer, quien al toque se acoplaron al relajo y también se meneaban frenéticamente al compás de una canción de Wisin y Yandel, el dúo dinámico, ¡mas de 1 millón de copias obligao papi!...


CONTINUARA...

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