miércoles, 29 de agosto de 2007

Los Red Hot Chili "Pipers"


- O shea, la franca la franca, yo shoy tubero pe... –me confesó orgulloso, sentado a mi lado, el buen Bruno-
- ¿Tubero? ¿Y como es eso tío?
- O shea, yo sholamente disfruto completamente un orgashmo, si es por el tubo pe’
- Ah si tío, ¿y eso a qué crees que se deba? –pregunté intrigado-
- No lo she... –dijo mirando al vacío, ensimismado- supongo que she deba a que yo tuve mi debut sexhual por troyano
- Fácil es eso tío

Conocí al buen Bruno en mis clases de francés en la alianza, y como vivía relativamente cerca de mi casa, todos los sábados por la tarde, saliendo de clases, lo jalaba en mi auto.

- Oye pero no debe ser muy simple eso de ser tubero ¿no?, porque así nomás, una chica no se deja por detrás –pregunté curioso-
- No creash ah, todo es cuestión de saberlash trabajar, y si tu flaquita, la firme, no atraca, entonces caballero nomash te tienes que conseguir un anexo que le entre a la tubeada...
- ¿Y tú ya tienes tu anexo?
- ¡Claro pe’ caushita! –dijo emocionado, frotándose las manos-, hace meshes que la hago linda con una chola culona que vive por Shan Juan, con esa wona todo es full tubo, y a esa wona le gusta...

En eso algo pasó y su cara se congestionó, la tonalidad de su rostro se tornó colorado y sus ojos se salieron de sus orbitas...

- ¡¡¡CHECKA CHECKA CHECKA!!! –vociferó nervioso mi compañero-
- ¿Qué pasó tío? ¡Me has asustado webon!

Pero el buen bruno estaba en estado de trance, el cuerpo quieto, la boca abierta, un hilito de baba cayendo

- Habla marito, Eshe tubo, ¿paga, o no paga? -dijo, frotándose allí debajo-
- ¿Cuál tubo? –pregunté-
- Eshe pe’, el que está al costado del quiosco, eshperando su combie

Aprovechando el cambio de luz a roja, miré hacia el lugar señalado por bruno y pude ver a una mujer joven, de unos veintipico años. De cara, la verdad, no estaba muy agraciada la muchacha, pero si bajábamos la vista un poco más al sur, descubríamos complacidos, que la naturaleza la había premiado con unas caderas impresionantes, redondas, casi perfectas...

- Si ah, está bien la flaquita
- ¡Claro pe’ caushita!, yo no toy hablando wadas pe’. De carabina no está tan rica, pero a mi eso no me importa, porque si la cara ofende, el tubo defiende pe’ ¿shi o no? ¡JAJUAJAJAJJJAJUAJAJAJAJA!

Estalló en risas el buen bruno, cuando eso sucedía demoraba varios minutos en detenerse, era como si hubiese sufrido un ataque de epilepsia, se ponía a aplaudir a la vez que se reía, temblaba de pies a cabeza, y toda la cara se le desfiguraba, sus carcajadas eran tan fuertes que una vez que lograba tranquilizarse, se ponía inmediatamente a toser debido al esfuerzo, a mi me divertía mucho cuando esto sucedía.

- Oye tío, pero tu flaquita no sabe de la existencia de tu anexo en San Juan, supongo.
- Puta que pareshes nuevo marito ah. Claaaaro peeee tío.
- Yo pregunto nomás pe’s tío
- Mi bella dama no shabe nada de nada, para ella su buen bruno ¡es más fiel que un perro, cuchisumay! –dijo, y le volvió a dar otro ataque de risa-
- Bien jugado tío ah,
- Lo jushto dijo Don Jushto pe’ –respondió tosiendo-

Algunos minutos después, ya estábamos cerca del paradero donde el buen bruno debía bajar, así que mi congénere aprovechó para despedirse educadamente...

- Bueno marito, muchas grashias ah, que diosh te lo pague..
- De nada tío, de nada
- Nosh vemos el otro shábado
- De todas maneras tío –dije, dándole la mano-

Detuve el auto y en ese preciso instante, a través del parabrisas, divisé a un angelito bajado del cielo, una jovencita de metro setenta de estatura, esbelta, cabellos lacios negros a la altura del hombro, y piel tersa y nívea... debo confesar que tanta belleza me dejó knockeado por un momento...

- Tío, abre la puerta pa’ bajar pe’ –reclamó el buen bruno-
- Mira esa flaquita tío –dije, señalando a esa criatura elfa-

Como activado por un rayo, el buen bruno volteó, sus ojos acuosos, como de pescado, escanearon rápidamente la total anatomía de la bella chica, luego de unos segundos de exhaustivo análisis, volteó y me dijo:

- ¡No pasha nada webon!
- ¡Qué!, estás loco tío, esa flaquita podría ser tranquilamente Miss Perú ¡Es preciosa! –dije, quitando el seguro centralizado de puertas, para que bruno pudiera bajar-
- Shi –dijo sin ganas-, eshta simpática, pero...
- ¿Qué “pero” tío?
- No tiene poto, eshtá plana por detrásh
- Ahhhh... ya veo
- Y yo shoy tubero pe’ webon... –dijo muy serio, dando por concluida aquella conversación-

Esas fueron sus últimas palabras antes de bajarse, arranqué el auto y nos despedimos haciendo "adios" con la mano. A través del espejo retrovisor le di una última mirada a mi buen amigo bruno, un tipo tranquilo, de sonrisa ganadora, siempre bien ataviado, de aspecto totalmente normal y decente, nadie podría imaginar jamás su gran secreto, que él pertenece a una estirpe poco común de hombres: Los Red Hot Chili "Pipers".

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lunes, 27 de agosto de 2007

La historia de Alicia



Esta historia es muy antigua......






Alicia era muy cariñosa, siempre andaba haciéndome cariños y diciéndome cosas bonitas, ella vivía en un departamento en el segundo piso de un edificio blanco, su mamá ya me conocía y le caía muy bien, a veces, cuando iba por las noches, me servia lonche o me invitaba a cenar, nos hablaba mucho de la importancia que significaba estudiar una carrera en estos tiempos, era muy buena la señora Maria, quería mucho a sus tres hijas, Alicia era la del medio y la mas bonita. Cuando era la hora de irme, Alicia pedía permiso a su Mamá para acompañarme hasta la puerta, luego recien bajábamos; al terminar la escalera estaba el descanso, ese metro cuadrado de cemento pulido fue el mudo testigo de todo el desenfreno de nuestras hormonas adolescentes, fue con Alicia con quien aprendí a besar, la primera que me hizo pensar en serio el proponerle a una chica el tener relaciones sexuales, nunca lo hice, la respetaba mucho, era como una muñeca, ¿Cómo hacerle "eso" a una muñeca?, estoy seguro que ella hubiera aceptado, me quería harto.

Había veces en que salíamos a pasear y alucinábamos fuerte, pensábamos en como serían nuestros hijitos, yo me la imaginaba embarazada y le decía que se le vería hermosa, que el día en que naciera nuestro hijo yo llegaría con un enorme globo rojo que dijera "Bienvenido Jose Damian" (nombre que siempre he soñado ponerle a mi hijo hombre). A veces y luego de rogarle a su Mamá íbamos a una que otra fiesta con mis amigos, recuerdo que Alicia era un poco torpe para bailar y me hacia caso en todo, si yo le decía que tome, entonces tomaba un traguito, y si yo le decía "Alicia a ver porque no fumas un poquito", me pedía mi cigarro y fumaba.

Una vez en la fiesta de un amigo se presentó Nati, era una chica del barrio con con la que había pasado "algo" en la ultima fiesta de año nuevo, fue una sola vez y solo fue un beso, pero bastó que yo le contase eso a Alicia, para que ella abandonara la fiesta enojada, "Pero Alicia . . eso fué el año pasado..." me disculpaba yo todo cojudo, ella siguió caminando decidida hacia el paradero sin hablarme, detuvo un taxi y se subió sin preguntar el precio, pero antes de arrancar el auto, bajó la luna y me dijo "¿Vas a regresar a la fiesta?"... le respondí que "No" y el auto arrancó. En efecto luego de que el auto hubo partido, regresé a mi casa caminando.
Al otro día en la tarde Alicia fue a buscarme a mi casa, ese día me pidió muchas disculpas y me juró que nunca iba a volver a hacer lo mismo, yo la presenté con mi Mamá, ambas se cayeron muy bien.

Para suerte jodida llegó el segundo examen de clasificación . . . Arturo, Alicia, Patty y otros compañeros de aula, debido a su bajo rendimiento, pasaron a la sección "B", esto destruyó mi vida en ese momento a tal punto que odié estar en esa aula "A" de mierda, maldito examen me separó de mi mejor amigo y de mi noviecita. Todo ese mes me relajé horrible, y había clases en que no ingresaba al aula que me correspondia sino al aula "B", los profesores me reconocían pero no me decían nada. Este próximo examen de admisión iba a estar bien luchado, el aula "A" se había llenado de rostros nuevos, jóvenes, brillantes y ambiciosos, en los exámenes de simulacro de ingreso la cosa estaba muy pareja, menos mal que en todos yo ingresaba y hasta hubo uno en que quedé en el octavo puesto, eso me puso super contento. Luego de ese examen yo estaba seguro que ingresaría a la Universidad. Todo ello me llevó a cometer una travesura, el siguiente examen de clasificación lo di mal a propósito, así que el ultimo mes estaría de nuevo con mis amigos esta vez en el aula "B", así sucedió, aunque a Alicia le dio muchísima pena que no pudo conseguir el puntaje necesario para pasar de nuevo al "A"...
- Eres un sonso Mario, yo estaria muy feliz de estar en la "A" y tu das mal el examen a propósito.
-Gracias amor, yo también estoy muy feliz de estar otra vez contigo en el mismo salón.

Me tomó el mentón suavemente, acercó su rostro y luego de besarme la mejilla me dijo:

-No seas sonsito, claro que estoy muy feliz.

La relación con Alicia poco a poco empezó a decaer, ella –con toda la razón del mundo- le daba mucha prioridad a los estudios, durante todo el ultimo mes jamás salimos a una sola fiesta o a divertirnos juntos, todo era la academia y estudiar para el examen de admisión, Alicia decía que si queríamos ingresar teníamos que sacrificarnos mucho, yo por mi parte descubrí que este ciclo sabía todo lo que tenia que saber para ingresar a la Universidad, si tenia un punto flaco eran los cursos de Letras, y esos los cubriría en un repaso en alguna academia especial un mes antes del examen , ya había averiguado el precio incluso, así que no me hacia bolas, además yo estuve cinco meses recluido en mi casa el ciclo pasado "sacrificándome", este ciclo NO.
Empecé a salir solo con mis amigos uno que otro sábado, siempre he pensado que no hay nada mejor que tomarse unos tragos con amigos, escuchando buena música, bailando... pero me faltaba algo, alguien especial al lado, alguien que esté sentado junto a mi, a quien poder abrazar y ponerme meloso cuando me mareaba, cuando esta situación se me presentaba, pensaba mucho en Alicia y me daba cólera que nuestra relación se hubiera vuelto así tan... no sé... faltaba mas emoción. De un momento a otro empecé a creer en serio que Alicia no era para mi, que yo necesitaba a alguien mas alegre, a alguien que le gustara salir, que no le diera tanta pelota a los estudios de mierda, todo eso le dije a Alicia una noche y fue la gota que derramó el vaso, ella me dijo que si eso pensaba que entonces la terminara, ella decía que ella nunca lo haría porque me quería demasiado, que si algún día terminábamos el que iba a tener que decirlo iba a ser yo, yo nunca lo hice, todo sucedió de la manera mas cruel, de un momento a otro empecé a tratarla secamente, ni le hablaba mucho, ya no la besaba ni iba a su casa, cuando ella me pedía explicaciones yo le contestaba sarcásticamente que eran los "estudios" los que no me permitían ir a su casa, no me explico como soportó tanto Alicia, hubo un día que nunca en mi vida olvidaré y que cada vez que lo recuerdo siento como si me hincaran el estomago, yo ya casi ni le hablaba y llegué a la academia muy temprano, creo que solo éramos cuatro gatos esperando a que abrieran la puerta... tres gatos y una linda gatita...

-Mario
-Hola Alicia, disculpa... no te habia visto
-Y... ¿Cómo estas?
-Me hablas como si hubiera vuelto de viaje
-Es que hace como una semana que con las justas me hablas.

No le contesté... lo que siguió a continuación fue un largo silencio incomodo. Deseé que me tragara la tierra, una señora pasó empujando una carreta en frente de nosotros y ambos la seguimos con la vista hasta que se perdió doblando la esquina, cuando volví a mirar a Alicia a los ojos, noté que estaban llenos de lagrimas...

¿Porqué ya no vas a mi casa?

Me sentí el ser mas despreciable de la tierra, quería que esto acabase ya, que me partiera un rayo, lo que siguió fue mas horrible aun...

-Te juro Alicia que no tengo tiempo, en cuanto lo tenga voy a tu casa para conversar ¿ya?
- .........
- Ahora entremos que ya abrieron la puerta...

Contar lo que siguió luego de ese día está demás, fui tan cobarde que ni siquiera entré a clases ese día, deje mis cosas adentro y me fui a caminar por el malecón, lo que mas cólera me da es que en el fondo me sentí bien de que eso se acabase. Por la tarde Arturo llevó mis cosas a mi casa por encargo de Alicia, fue su ultimo lindo gesto, nunca mas volví a hablarle.

Cada vez que recuerdo esto... me duele mucho, y me arrepiento de haberlo hecho, me arrepiento de no haberla abrazado esa fría mañana, de no haberla besado y pedido disculpas, de no haber hablado claro con ella, de no decirle que ella era demasiado buena para mi, que yo era un imbécil y un inmaduro, que ella era tan linda y tranquila que cualquier hombre en el mundo sería plenamente feliz con ella....
Siempre que me acuerdo de Alicia y luego de tantas desilusiones amorosas pienso que esa mañana me jodí la vida yo solo y que nunca encontraré a una chica tan linda y tan buena como Alicia.

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jueves, 23 de agosto de 2007

El Reggaeton de Silvana


Llegamos a la casa de Armando como a las 9 de la noche. Desde que tengo memoria, siempre habíamos terminado la juerga en su casa, ya que –designios del destino– su cumpleaños coincidía con el aniversario del colegio. Hartos recuerdos gloriosos vienen a mi mente, recuerdos de esos festejos de chibolos de 17 años, con su musiquita de guns’n roses, y su oferta de coca-cola con ron… hígados jóvenes que recién se iniciaban en los caminos sinuosos del alcohol.
Lo diferente, esta vez, es que han transcurrido 10 años desde la última vez. Ya no hacemos la “chancha” para viajar apiñados en un taxi. Ahora llegamos cómodamente sentados en el flamante Audi plateado del orgullo de la promo: “Pollito” López, toda la vida primer puesto del salón y ahora exitoso gerente comercial de un conocido Banco.
Nos abrió la puerta el mismo Armando, fuera de las oscuras ojeras que ahora lucia, no había cambiado mucho desde las épocas del colegio. Abrazó efusivamente a cada uno de nosotros y nos invitó a tomar asiento en su pequeña sala. Su cara lo delataba, era un hecho que se había amanecido bebiendo por su cumpleaños. Abrimos las botellas de cerveza que habíamos comprado en el grifo y comenzamos a tomar, Armando lucia muy alegre, exageradamente alegre, diría yo, sobre todo con Gonzalo Espino, quien había sido su compañero de carpeta en el colegio, se le acercaba, lo tocaba, lo despeinaba, se podría decir que la reunión giraba alrededor de las anécdotas que ellos contaban.
A mi lado se sentó Palmiro Guerra, quien la verdad, no gozaba de ninguna gracia a la hora de la conversa, se puso a hablarme de su nueva chamba, de los problemas con su novia (una enferma de los celos y mitómana, según me contaba) y de sus planes futuros. Un plomazo Palmiro, clásico espécimen humano que es feliz manteniendo una conversación donde el único interlocutor es él.
Y así transcurrieron varios minutos, hasta que, urgido por mi vejiga, tuve que abandonar la sala hacia el cuarto de baño. Luego de orinar y mojarme un poco la cara, regresé a la sala y me di con la sorpresa de que mi sitio ahora estaba ocupado por una mujer, una chica de veintipico años, alta, blanca, rellenita, de rebeldes rulos castaños bien peinados hacia atrás. “Te presento a Silvana y Paola”, me dijo Armando, y solo entonces reparé en la figura de la otra fémina sentada a su lado, la cual, ante la presencia de Silvana, lucía opaca y delgaducha…, insignificante.
La conversación entonces giró hacia otro rumbo, como era natural, ante la presencia de dos especimenes hembras, los machos emprendieron una cruenta competencia por destacar del resto. Es así que “peluquita” Díaz se retiró inmediatamente al baño y regresó con el copete más peinado, alto e imponente que nunca, “pechito” Carvajal se despojó ipso facto de su casaca y procedió a conversar de las miles de ventajas del gimnasio al cual acudía, resaltando siempre, en cada movimiento de brazos, sus bien trabajados bíceps, “pollito” Lopez sacó a propósito las llaves de su audi y salió un rato a chequearlo, dejando bien en claro que esa nave, ese platillo volador espectacular era suyo, ¡hasta el buen Palmiro Guerra!, que hasta hace unos minutos me conversaba de su chamba, me dio la espalda, se puso las pilas, y logró improvisar un par de bromas graciosas que hicieron reír a las chicas.
En ese momento Armando se puso de pie y prácticamente a jalones, obligó a Silvana a ponerse de pie y la hizo bailar un reggaeton con él, “Ella lo baila pegao .. pegao .. pegao!!”, todos en esa pequeña sala nos quedamos cojudos, y es que podría jurar que ninguno de nosotros –incluyendome– había visto de tan cerca una buena sesión de “perreo” en todo su esplendor. Armando se pegó a Silvana por detrás, la cogió por la cintura con una mano, y luego ambos se fueron hasta abajo bien entrepiernados. Mis ojos se paseaban lentamente por el cuerpo de Silvana, si bien es cierto que era una muchacha con un ligerísimo exceso de peso, para mi, en ese momento, con mi par de tragos adentro, estaba endemoniadamente rica, su parte trasera era perfecta, llevaba puestos unos jeans a la cadera desteñidos y rotos que le quedaban súper sexys, y cada vez que se iba hasta abajo, al compás de la música, podía vislumbrar, sutilmente, las tiritas negras de su ropa interior de encajes. Digamos las cosas como son, sin hacer uso de palabras difíciles y sin adornar las oraciones con adjetivos complicados: Ese bailecito de mierda nos dejó arrechasos a todos, esa era la realidad, y luego de que hubo terminado, los ojos de todos los varones presentes, estaban puestos en la anatomía algo rechoncha pero muy femenina de Silvanita, especialmente los míos. “Me gusta tu polo”, le dije a Paola, pero con toda la intención de llamar la atención de Silvana, “Gracias, Me lo compré en una liquidación de saldos. Está bonito ¿no?”, y así me enfrasqué en una conversación con la tal Paola, que viéndola de bien cerca, no estaba nada mal tampoco, fue ella quien notó mi anillo, “Oh.. ¿Eres casado?”, todos mis amigos soltaron una risotada, todos ellos aun eran solteros, “Si quiera sácate el anillo pe’s huevón” –dijo “pechito”, inflando el pecho-, yo solo me reí, Silvana volteó y al fin me miró. Minutos mas tarde me ofrecí a comprar una caja más de cerveza y salí acompañado de Palmiro hacia la tienda más cercana, y cuando regresábamos hacia la casa de Armando, vimos a Silvana parada al lado de una camioneta negra, conversando con el pata que la conducía, cuando nos vio se sonrió conmigo y nos hizo una señal con la mano como diciendo “Ya voy”.
A propósito me senté en el sitio de ella, y cuando ella regresó me levanté y me quedé parado a su lado, solo entonces pude conversar con ella…
- - ¿Cuánto tiempo tienes de casado? –me preguntó-
- - Seis meses…
- - Oye, es poco tiempo… Yo tengo un hijo de 4 años, pero su papá vive en estados unidos, estamos separados
- - Ah mira… Mi esposa tiene 7 meses de embarazo
- - Pucha que bien, ¿Y ya sabes qué va a ser?
- - Aparentemente, una mujercita..
- - ¡Las mujercitas son lo máximo!.. ¡Pero tu querías un hombre seguro!..
Y así pasaron los minutos, conversando con Silvana, me cayó de lo más bien, tenia un tonito de hablar que me encantaba, y se notaba que era una flaca superada e inteligente. En un momento de la reunión Armando se acercó donde nosotros y me empezó a preguntar por mi esposa, se le notaba algo contrariado,
- - ¿Y loco?.. ¿Cómo está la bebe?..
- - Nada tío, aun no nace, de acá a dos meses, supongo..
- - ¡Uy tío!.. ¡O sea que hace meses que no la vés!
Todos celebraron la broma con risotadas exageradas, influenciadas por los varios litros de cerveza que tenían dentro, yo asimilé la broma como siempre, tranquilo, sonriendo.
- Silvana, ven un toque.. –dijo Armando-
- Ok..
Armando y Silvana demoraban mucho en la cocina, y como la cerveza se había acabado, Gonzalo decidió entrar a la cocina por más trago, cuando regresó se sentó a mi lado, abrió la botella con los dientes y me dijo despacio en el oído: “Armando se la está tirando a la gordita en la cocina”.
Cuando esa botella de cerveza se acabó, “Pollito” anunció que se iba porque tenia que manejar, y cuando preguntó quien se retiraba con él, el único que se ofreció fui yo.
- ¿La gente ya está pasada no tío?... Y con solo dos hembras allí, van a terminar cachándose entre ellos –rió de buena gana “pollito”-
- Si pe’s tío –dije de mala gana-
- ¿En donde te dejo?
- Déjame en el cruce con la avenida El Ejercito…
Ni bien bajé de la nave de “pollito” paré un taxi, y cuando el tachero me preguntó que para donde me llevaba, le dije sin dudar “Llévame a las cucardas”.
No iba a ese lugar desde hace mucho tiempo, desde aquellas épocas en que conocí a toda esa gente putañera de la Consultora donde entré de practicante, ellos me introdujeron durante un tiempo en la práctica del sexo por dinero y yo me sentí muy cómodo en esos ambientes, siendo adiestrado por ellos. Me quité el anillo y lo guardé dentro de mi media, compré mi ticket en la puerta por veinte soles, y entré al lugar. Todo estaba como lo recordaba, dos pasadizos levemente iluminados por focos rojos y lilas, y en las puertas, jóvenes cuerpos en ropa interior ofreciéndose por sesenta soles.
Caminé a paso rápido, una vez, dos veces, por los dos pasadizos del local, mis ojos se paseaban de cuerpo en cuerpo buscando… buscando…. pero por más que busqué y busqué, no encontré lo que buscaba: una mujer que provocara en mi truza, lo que hace algunos minutos había provocado Silvana. Abandoné el lugar.
Cuando salí a la calle estaba lloviendo, era noviembre y recordé aquella canción de Guns’n roses, “November rain”, y sonreí con la coincidencia, paré rápidamente un taxi, estuve de acuerdo con el precio y me subí. Con la cabeza pegada a la ventana, mirando las calles sucias de la avenida argentina, recordé las palabras de Gonzalo, “Armando se la está tirando a la gordita”, y no pude evitar que mi cerebro imaginara la escena, Armando detrás de Silvana en la cocina, los dos con el pantalón abajo, ¡Y la truza de encajes negra!. No pude evitarlo, introduje mis manos en los bolsillos y me toqué, primero con una, luego con las dos, primero suave, luego rápido, y seguí, y seguí… y seguíííííííííí….. y seguííííííííííííííííííííííííííííííí…. Hasta que…… llegué.
Cuando entré al cuarto todo estaba oscuro, caminé de memoria hacia mi cama y me acosté al lado de mi esposa…
- ¿Qué hora es mi amor?
- Son la 1 de la mañana bebé..
- ¿Y que tal el reencuentro con tu promo?
- Bien.... todo bien…
Me le pegué por detrás a mi esposa y le besé la nuca..
- Amor…. Sabes bien que no podemos
- Si amor, yo sé
- Espérate dos mesesitos más ¿ya?
- Ya reyna….
Ella cogió mi mano derecha y luego de besármela, me la puso encima de su barriga, fue entonces que se dio cuenta.. “Amor…. ¿En donde está tu anillo?”.

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miércoles, 15 de agosto de 2007

Quince Minutos.


Me levanto a las seis de la mañana, y antes de las siete (sin a veces, haber desayunado) ya estoy trepado en el “pug” listo para irme al trabajo. Luego de cuarenta y cinco minutos de hacer bilis en la panamericana norte (un taxista apurado me topó por detrás en un semáforo, y un tico me pasó tan cerca.. que me volteó el espejo izquierdo) llego con las justas para cuadrar en el ultimo lugar vacío de todo el parque (si llego cinco minutos mas tarde me quedo sin sitio y tendría que pagar veinte soles en cualquier playa…), me pongo mi saco pero igual siento frio, le pago tres mangos al viejito para que me lave el carro y camino apurado hacia la oficina. Son aproximadamente diez horas las que paso en ese edificio, atendiendo srs’s, er’s, gestionando pases de des a sit, de sit a uat, de uat a prd, llamando aquí, allá, para acelerar dichos pases, subiendo bajando, bajando subiendo, los nueve pisos del ctc, correteando usuarios para certificar pruebas, y cuando al fin, el reloj marca las siete y treinta de la noche, me despido de todos, me compro un pucho y me voy caminando otra vez hasta el parque donde le tengo que pagar otros tres mangos al tío de la municipalidad, quien me agradece sonriente y se mete las monedas al bolsillo (son suyas, nunca le pido ticket). Ya de regreso el tramite es el mismo, sanjón, paseo colón, alfonso ugarte, panamericana norte. A la altura del ovalo naranjal percibo un sutil olor a quemado, mi vista se desvía hacia el medidor de temperatura y veo que está en ciento diez y el led está en rojo, me asusto y me propongo a bajar la velocidad, quiero bajar a tercera, pero con los nervios no presiono bien el embrague y el carro se me apaga, un auto que venia detrás logra frenar justo a tiempo y no me choca, pero luego me pasa por el carril derecho y me insulta, no le respondo, sigo asustado mirando el medidor que no baja. Despacio, ajustando, manejo hasta la casa de mis padres, son casi las nueve de la noche, bajo del auto y lleno un depósito con agua, abro la capotera, saco la tapa del radiador y cuando empiezo a verter el agua, sorpresivamente, desde adentro del radiador, como si fuera un volcán en erupción, salta hacia mi un chorro de agua hirviendo mezclado con refrigerante, salto hacia atrás con toda la agilidad que me permiten mis ochenta kilos, pero aun así no me salvo del todo y me mojo el pantalón y los zapatos, mi viejo escucha un ruido y sale enpijamado y enpantuflado a decirme que debí haber parado en cualquier grifo a echarle agua, yo le doy la razón y le pido por favor que mire el carro mientras yo entro a mi casa a cambiarme de ropa. Abro la puerta de mi casa y entro al cuarto, la kari está mirando televisión con la bebe, me reprende por llegar tan tarde y me pregunta por el carro, no le digo nada, me empiezo a cambiar de ropa y veo que el canal que está viendo mi hija es el mismo de siempre, que el programa es el mismo de siempre y el capitulo también es el mismo de siempre, cuando hago un amague de querer cambiar de canal mi hija llora así que me pongo cualquier cosa y huyo, al pasar por el patio veo que la fio se olvidó de lavar mis camisas como le indiqué y reniego porque al otro día tendré que ir con la camisa celeste que odio, salgo a la calle y cierro el carro, le digo a mi viejo que se vaya a dormir nomás, que dejemos enfriar el motor para poder meterlo a mi casa, me dice que no tiene sueño y que se quedará en la sala viendo tele hasta que yo regrese para ayudarme, le agradezco y me voy de nuevo a mi casa. Prendo la compu y reviso mis correos (todos aburridos), luego paso una media hora frente a la compu pensando en si me conecto o no para conversar con mi mejor amigo que está on-line, descubro que no tengo nada interesante que contarle y que la verdad ya me llegó al pincho el msn. Ceno fréjoles con encebollado de carne mientras mi mujer ve “magaly” y cuando termino salgo a meter el carro, ya son como las diez de la noche, cuando abro la puerta del garaje sale mi vecina chismosa a preguntarme qué le ha pasado al carro, le digo que "nada" con una sonrisa fingida y sigo mi camino, prendo el carro y (dios es peruano) prende, luego lo meto despacio a mi casa.
Apago todas las luces, cierro bien todas las puertas, y noto que kari y la bebe duermen placidamente. Prendo la tele, coloco un dvd de la ultima temporada de seinfeld, me dejo caer en la cama, y allí, tirado como un cerdo, saboreando un ultimo plato de mazamorra morada, soy al fin feliz por quince minutos.

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sábado, 4 de agosto de 2007

El Loco


Escribo porque tengo una necesidad innata de escribir. Escribo porque estoy molesto con el mundo. Escribo porque adoro sentarme en un cuarto todo el día escribiendo. Escribo porque puedo participar en la vida real solamente si la cambio. Escribo porque es una pasión. Escribo porque tengo miedo de ser olvidado. Escribo para estar solo. Escribo porque me gusta ser leído. Escribo porque todos esperan que escriba. Escribo para ser feliz. (Orhan Pamuk).



Esa noche yo estaba haciendo mis tareas y era el único de la familia despierto en la casa, serian como las 12 de la noche cuando vi un rostro en la ventana que daba a la calle, dos enormes ojos negros y sin brillo me miraban desde afuera: era mi padre.

Corrí a despertar a mi madre quien se asustó mucho porque pensó que alguien había entrado a la casa a robar o algo así, le dije que papá había vuelto y se levantó rápido, cogió la llave y abrió la puerta, mis dos hermanos también se levantaron, todos hicimos un circulo alrededor de él. Por lo tarde de la hora y las circunstancias que rodeaban aquella extraña reunión familiar a media noche, aquello parecía mas un sueño que algo real. Mi padre abrió su maleta y empezó a sacar una serie de objetos que fue entregando uno por uno a sus destinatarios, casi al final saco un par de zapatos marrones y una chompa de alpaca, "Esto es para el bebe", todos en la casa me llamaban así porque yo era el menor, el bebe de la casa a pesar que ya tenia como seis años.

Algunos días después fui con mi madre a visitar a mi padre al hospital, por recomendación de sus jefes, mi padre había sido internado en el área psiquiatrica del hospital de la policía, al parecer los tres meses que había pasado en Ayacucho en plena época del apogeo senderista lo habían trastornado, le contó a mi madre que sus propios compañeros habían querido matarlo mientras tomaba cerveza con ellos, y todo porque a mi padre se le ocurrió contarles, ya algo borracho, que algunos primos de mi madre (de origen Ayacuchano) eran senderistas.

Mi madre me puso la chompa y los zapatos que me trajo mi papá de Ayacucho, recuerdo que la chompa picaba como mierda y los zapatos se parecían a los del chavo del ocho, pero acepté únicamente porque pensé que mi padre se alegraría de verme así, vestido con la ropa que él me regaló. Cuando llegamos al cuarto de mi papá en el hospital la enfermera le dijo a mi madre que por favor sacara al niño del lugar y que entrara sola, que mi papá se encontraba algo indispuesto, mi madre entró sola y yo me quedé jugando fulbito con mi amigo imaginario y una pelotita que hice con una hoja de papel periódico.

Ese día ni nunca me dejaron entrar a ver a mi padre en el hospital, resultó que cada vez que íbamos a visitarlo con mi mamá, mi padre estaba "indispuesto", yo no entendía que carajos significaba esa palabra, así que camino a casa solicitaba las explicaciones respectivas a mi madre, ella solo me decía que papá estaba muy bien y que ya muy pronto regresaría a la casa con nosotros, luego de eso se ponía a llorar bien bajito con la cabeza pegada a la ventana del microbús para que yo no me diera cuenta.

A mi hermano Beto, 9 años mayor que yo, si lo dejaron entrar varias veces. Así que fue él con su gran experiencia lingüística y pedagógica quien se encargó -luego de mil favores a cambio- de explicarme que demonios significaba "indispuesto", me dijo ...

-Escucha webon y ya no jodas, mi viejo está loco, la vez pasada que fuimos a verlo con mi mamá al hospital, se había cagado en el calzoncillo y de ahí se había metido a bañarse a la ducha con todo y pijamas, la enfermera rosita, que está buenaza por cierto .. puta que tal culo que tiene esa..

-¡¡Beto!!

-Ya ya .. La enfermera rosita nos dijo la otra vez que el viejo hasta la había amenazado de muerte y no está mintiendo webon, porque yo mismo escuché la ultima vez que fui, que mi viejo le decía a mi mamá que se iba a tirar por la ventana si no hacia algo para sacarlo de allí ya mismo, así que ya sabes mierdita, no estés jode y jode a mi mamá con ese tema porque la vieja esta sufriendo un culo, entiende ¿ya?

Mi hermano me decía "mierdita" de cariño cuando yo era niño y siempre cuando íbamos al colegio juntos hacia que me bajara sin pagar del micro para agarrarse mi pasaje, yo lo adoraba. No volví a preguntarle a mi mamá por mi papá, ni volví a insistirle para que me llevara al hospital a visitarlo.

Luego de 4 meses de tratamiento psiquiatrico mi papá regreso a la casa un domingo a la hora del almuerzo en un taxi con mi madre, estaba un poco mas flaco y llevaba el cabello bien corto, cuando me vió me dijo que había crecido y me sacó un conejo de la oreja, ese día mi madre para agasajarlo le había preparado su comida favorita: jalea de pescado.

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