miércoles, 22 de mayo de 2013

La apuesta

Cuando detecté que el cuerpo de M estaba cambiando de voluptuoso-sexy a regordete-tierno decidí sincerarme con ella… "Amor, te has dado cuenta que estás engordando un poquito?". Y nada, bastaron esas pocas palabras para que minutos después M tomara la decisión de meterse en un gimnasio y como esa era una buena noticia y toda buena noticia se celebraba, nos fuimos a un point cercano a celebrar con sus chelas y su piqueo, "Esta será la última vez amor, luego de esta noche: full Gym!"
Al siguiente miércoles en la noche hablé con M por teléfono y me contó emocionada que el lunes en la noche se había inscrito en el gimnasio que quedaba por su casa y que el martes por la tarde (acompañada por su inseparable amiga Juana, que por cierto, también estaba empezando a engordar) había reventado la tarjeta de crédito en la sección "Fitness" de Saga.
La felicité de corazón, "Que bueno gordita", le dije de cariño, "¡No me digas gordita!" me reprochó ella…
-"Es más!" me dijo confiada, "Te quiero hacer una apuesta"
-"Ya pues sale, ¿cómo es la cosa?"
-"Te apuesto que en un mes voy a estar raagia"
-¿A qué te refieres con raagia?
-Regía pues, rica, mamacita, apretadita al mango
-Jajaja, me reí con ganas
-Ah? Encima te burlas, apuesta pues, lo que pasa es que tienes miedo
-No es eso, lo que pasa es que estar regía es subjetivo, pongamos una meta cuantificable –dije, todo ingeniero
-¿Qué es esa huevada de cuantificable?, preguntó M extrañada, le jodía en serio que le hablara en difícil
-Quiero decir que mejor pongamos un número de kilos fijo, el número de kilos que según tú vas a bajar
-Ah! Encima desconfías!
Quedamos en que ese número iba a ser un kilo, a pesar de que M se ofendió y dijo que eso lo bajaba en una semana y que yo me estaba burlando. Pero yo le dije que un kilo estaba bien, que era un objetivo realista a corto plazo y M me volvió a decir que no le hable en difícil y enseguida comenzó a presumirme de como le quedaba su ropita nueva..
Al día siguiente fuimos con M a la farmacia de su barrio para que se pese. "Tienes que sacarte los zapatos y el saco, la cosa tiene que ser legal" exigí, y la señorita tras el mostrador se sonrió, el papelito que salió de la balanza electrónica indicó que en ese momento M pesaba 64 kilos. Yo guardé el papelito en mi billetera y acordamos que en exactamente un mes vendríamos los dos a esta misma farmacia y M se pesaría en esta misma balanza "Para medir el gran cambio", esas fueron sus palabras…
Durante las cuatro semanas que duró la apuesta, ni M ni yo hicimos las cosas que acostumbrábamos hacer cuando nos veíamos, que básicamente eran salir a tomar unos tragos o a comer algo rico a un restaurante de comida selvática o comida marina. En vez de eso nos dedicamos a pasear mucho por los parques de su casa conversando acerca de sus aventuras en el Gym y también a ver películas en su sala comiendo algo light que ella preparaba. En cierta forma la vida saludable de M me afectó a mí también, incluso noté que el botón del pantalón empezaba a apretarme menos, cuando le conté esto a M se me quedó mirando y me dijo medio-broma-medio-en-serio "Oye creo que tú estás bajando más de peso que yo"
Hasta que llegó el día del pesaje, M me escribió un correo electrónico muy temprano recordándomelo, "Hoy te gano la apuesta!" decía el asunto. Así que ni bien dieron las 6 pm salí del trabajo y me dirigí hacia la casa de M, siendo tanto mi apuro que incluso llegué antes que ella, "Estoy por la plaza" me dijo y entonces quedamos que mejor le daba el alcance en la farmacia, "Lleva el papelito del primer pesaje" me dijo, y yo le respondí que no se preocupara, que lo tenía en el bolsillo…
Cuando llegué a la farmacia M ya estaba allí y sonreía maliciosamente. "Ya, sáquese las tabas y la chompa y procedamos", la señorita detrás del mostrador se acordó de nosotros y dijo "¡Asu tan rápido se pasó el mes!" y a M le dio un poquito de vergüenza pero igual se sacó los zapatos y la chompa y se subió a la balanza toda roja. Segundos después el papelito con el nuevo peso salía, lo cogí entre mis dedos ansioso…
-Y? y? y? qué dice? Qué dice?, no podía aguantar M
-Dice 63 kilos con 999 gramos
-¿Cómo? ¿Qué?
-63 kilos con 999 gramos, le repetí, tratando de encontrar algún error en la medición
-Eso quiere decir que… ¿bajé de peso?
-Bueno… bajaste un gramo, dije sintiéndome un cojudo
-¿Un gramo nomás? No jodas!
-En serio gordita, un gra…
-¡Que no me digas gordita!
-Lo siento
-¡¿O sea que me saqué la mierda en el gimnasio durante un mes para bajar un puto gramo nomás?!
-Es lo que dice el papelito
-Puta mare, balanza de mierda, ¡debe estar malograda!
-Puede ser…
-"¿Pero tú como me ves? ¿Más flaca o qué? Dime la verdad", dijo posando, quebrándose
-Bueeeno…
-"Balanza de mierda", volvió a repetir M y la chica de detrás del mostrador soltó una risita y M la miró con odio
-¿Sabes qué amor? No hagas higado, bajaste un gramo así que técnicamente ganaste la apuesta
-"Pero apostamos un kilo", dijo triste
-No importa, bajaste de peso, así que dime que quieres, ¿cómo quieres celebrar?
-Quiero ir a comer una parrilladita amor
-¿Parrilladita?, pero ¿Y el Gimnasio? ¿La dieta?
-¡Que se jodan! Hice ejercicio como cojuda y me maté de hambre durante un mes por las santas huevas, ahora tengo hambre y quiero comer algo rico… ah… y de ahí vamos por unas chelitas heladas, ¿Qué dices?
Sentenció M aquella noche y durante el tiempo que duró nuestra relación al menos… no volvió a pisar ese ni ningún otro gimnasio…

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sábado, 4 de mayo de 2013

Un carro con latas

“Cuando me casé con K fue uno de los días más lindos de mi vida, a pesar de que el cura se cayó de poto ni bien empezó la ceremonia, a pesar de eso, repito, fue uno de los días más lindos de mi vida…”

Hace unas semanas K y yo estábamos sentados frente a un abogado de la municipalidad para firmar un pedazo de papel que legalizaba nuestros más de dos años de separación. Leí el papel por compromiso y firmé, luego le pasé el lapicero a K para que ella también firme, pero no quiso “Lo siento” dijo, se paró y se fue, luego el abogado empezó a decirme que no me preocupara, que habían otras formas de divorciarse, que él podía ayudarme, que conocía gente en la comisaría que harían esto y lo otro… odio a los abogados.

Salí de la municipalidad muy molesto y llamé a K al celular, le pedí explicaciones y me las dio, yo no las entendí, la creí mala, me molesté con ella y comencé a insultarla, el infierno había regresado.

Ese día no fui a trabajar, estaba emocionalmente cagado, le escribí un mensaje de texto a mi jefe y le dije que trabajaría desde mi casa. Le mentí. Llegué a mi casa, abrí un Excel y escribí una bitácora de 30 líneas detallando por qué K y yo nos habíamos separado, la escribí sin llorar, la escribí con la cabeza, no con el corazón.

Cuando K llegó a recoger a nuestra hija se dio cuenta de que ella no estaba y que yo la esperaba sentado en la sala. “Tenemos que conversar”.

Abrí el Excel que había escrito y se lo leí, ella lo escuchó con respeto, luego de eso hablamos cerca de 3 horas. Nos dijimos muchas cosas, verdades que nos debíamos decir y nunca dijimos. Lloramos mucho, nos desahogamos mucho el uno con el otro, en un momento quise abrazarla pero no lo hice. Sentí pena nuevamente por todo lo que nos pasó. “Nosotros éramos felices”.

Aquella tarde que se volvió noche comprendí que ese momento horrible de no firmar los papeles esa mañana, sirvió para poder tener aquella ultima charla que nunca tuvimos.

Quiero a K, siempre la voy a querer, es la mamá de mi hija y en verdad me hubiera gustado cuidarla por siempre, pero no pude, y ella tampoco pudo cuidarme a mí.

Sé que a veces K lee este blog, y cada vez que lo lee se molesta conmigo porque no le gusta que escriba mi vida aquí, y espero de corazón que algún día lo entienda, me entienda…

Al siguiente día luego de la conversación, K y yo fuimos nuevamente a la municipalidad y K firmó los papeles, y ese día los dos salimos juntos y caminamos mucho, conversando tranquilos, mirándonos a la cara después de mucho tiempo, ese día ella me dijo muchas cosas bonitas, como que “la felicidad era estar tranquilos” y otras cosas que me gustó escuchar.

Días después K conoció a N, mi actual pareja, N le invitó un postre que preparamos juntos y nos sentamos los tres en la misma mesa mientras nuestra hija nos miraba a todos feliz, era algo que nos había pedido hace tiempo. “Quiero que tú y mi mamá sean amigas”.

Ese día N me dijo que K tenía “ángel” y yo no le respondí nada, pero lo pensé también.

Ese fin de semana pasó algo raro, paseaba por las calles de Jesús María y me paré frente a una tienda de vestidos para damas, me quedé mirando uno muy bonito puesto sobre un maniquí, cerré mis ojos y me imaginé a N con él. “Se te vería linda” pensé y luego me di cuenta de que era la primera vez que me pasaba eso con alguien que no fuera K y me dio gusto darme cuenta que mis sentimientos son así de lindos con N, porque ella se los merece.

Seguí caminando y llegué al pequeño parque que queda frente a la Iglesia san José, me senté en una de las bancas y ví como una pareja de novios salía de la Iglesia mientras sus familiares y amigos les tiraban arroz, luego se subieron a un lujoso carro negro y se fueron, se les veía felices. “Si algún día me caso con N, voy a hacer esas cosas que no hice la primera: voy a hacer una pequeña fiesta con la gente que nos quiere, con música de Niche para bailar, pero sobre todo, lo que más quiero, es luego de la ceremonia subirnos a un carro viejo con latas amarradas atrás y un cartel que diga ‘RECIEN CASADOS (segunda temporada)’… sería un cague de risa…”

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