sábado, 16 de enero de 2016

El ritmo entre tú y yo

La noche de año nuevo mi mujer usó el mismo vestido sexy que llevaba puesto cuando la conocí hace 4 años…

Fue en la fiesta de una amiga muy querida, recuerdo claramente que en un momento de la noche la agarré de la mano y la llevé hacia un lado de la pista con malas intenciones, sin embargo cuando estuvimos solos no supe que hacer, tal vez estaba muy borracho tal vez su belleza me aturdió, el asunto es que no supe que hacer y ella lo notó, “Ok ya estamos aquí, para qué me has traído?” me preguntó divertida y yo respondí honestamente “No sé”, entonces me miró como quien mira a un niño perdido, me tomó de la mano y me llevó de vuelta donde el grupo (lo que no sabía ella ni nadie es que minutos atrás había conseguido llevar a otra chica hacia el mismo lugar y a ella si la había besado hasta que se me secó la boca).

Eran épocas confusas, llevaba algo de año y medio separado de mi ex mujer y luego de una etapa de mierda al fin había recuperado la confianza en mí mismo, porque déjenme decirles que un divorcio no es cualquier cosa, cualquiera que haya pasado por eso sabe de qué hablo, sin embargo uno se recupera y es la primera vez que lo digo (o mejor dicho lo escribo) pero me siento muy orgulloso de la forma como lo hice yo.

En fin… El asunto es que la noche de año nuevo hice realidad lo que no había podido hace 4 años, le hice el amor a la mujer del vestido sexy.

Al otro día nos fuimos a correr, queríamos empezar bien el año y que mejor forma de hacerlo que liberando endorfinas juntos. Cuando ya llevábamos un rato corriendo divisamos a una mujer de unos sesenta años haciendo ejercicios sobre el césped, eran unos ejercicios raros: daba algunos pasos cortos, luego se agachaba un poquito y a continuación estiraba los brazos agitándolos…

- Esa viejita quiere volar

- No te burles oye

- Di lo que quieras pero esa viejita entrena para volar, y cuando vuele se burlará de nosotros, los que solo podemos correr, deberíamos ir a su lado y aprender a volar con ella

- No es necesario, yo siento que vuelo cuando estoy contigo

Amo a mi mujer, y no exagero ni lo escribo para que suene bonito, lo escribo porque es la fucking true, porque me sale de los cojones. Una vez de niño leí un ensayo de Valdelomar donde sostenía que existe un ritmo perfecto para todo…

“Hay ritmo en la luz y en la sombra, en el beso y en el perfume, en el paisaje y en la ola, en el movimiento y en la inercia... Y es terceto en Dante, sugerencia en Wagner, objetivismo en Rossini, sombra y silencio en Rodin, idea en el cerebro, virtud en el alma, impulso en el corazón, belleza en la carne, color, luz, verdad, amor, muerte, misterio, Eternidad...”

Y algo así es lo que siento cuando estoy con mi mujer, siento que hay 'ritmo', un ritmo natural que me hace sentir tranquilo cuando estoy a su lado, cuando corremos juntos, cuando nos tomamos un vinito escuchando música, cuando nos sentamos a conversar en el balcón.. la clase de ritmo de la que hablaba Valdelomar en su ensayo, la clase de ritmo que llevan en sus alas los pájaros (pero aun no, la viejita del parque) para poder volar…


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miércoles, 6 de enero de 2016

El amor, es como una planta.

Haciendo gala de la frase “A la vejez viruela” a mis cuarenta años me he puesto a criar plantas. Tengo cinco en total y a todas les he puesto nombre:

Lechita: un helecho pequeño que compramos para decorar el baño cuando nos mudamos a nuestra nueva casa

Rita: me la regaló mi tía la que más quiero, le puse Rita en honor a ella

Jacinto: un cactus chato pero vigoroso que me regaló N en navidad

Santiago: una plantita de ají, le pusimos así por votación familiar

Maggie: una llama dólar bebé, le pusimos así por el personaje de la película “Million Dollar Baby”

Me gustan las plantas, siento paz cuando las cuido y tengo la absoluta certeza de que son seres vivos y sensibles.

Hace unos días pasó algo con “Lechita” que lo comprueba…

Debido a un par de palabras mal dichas, hace unos días N y yo andábamos medio distanciados. Curiosamente esto coincidió con un suceso extraño notado por mi hija, “Se han dado cuenta que a Lechita se le han caído las hojas?”

Entonces los tres nos quedamos mirando a la planta y comprobamos que era cierto, las hojas de Lechita estaban caídas.

“Será que como las hojas han crecido bastante, el peso ha hecho que se caigan un poco?”, opiné yo

“Será que como está al lado de la ventana ha entrado un ventarrón y eso ha hecho que se caigan las hojas?”, opinó mi hija

N no opinó nada y yo pensé que seguía calladita por las palabras mal dichas.

Un poco preocupados, esa noche retiramos a Lechita del lado de la ventana, le echamos un poco de agua a su platito y la colocamos en medio de la mesa (el lugar protagónico de la Sala). Incluso N le dedicó unas palabras bonitas antes de irnos a dormir.

Tal vez preocupados por Lechita, esa misma noche N y yo conversamos y arreglamos nuestras cosas.

Al otro día desperté muy temprano y me dirigí a la Cocina, quería avanzar con el desayuno antes de que las chicas se levanten, y cuando crucé por la Sala vi a Lechita diferente: Las hojas caídas se habían levantado…

Fui al cuarto y desperté a N y cuando ella entró a la Sala y vio a Lechita se le abrieron mucho los ojos…

Qué pudo haber pasado?, pregunté

Pensarás que soy una tonta amor, pero lo que yo creo es que Lechita estaba así porque estaba triste

Por lo de nosotros?

Ajá

Y yo no respondí nada, pero miré a N y a Lechita de forma tal que ambas supieran que las quería mucho y estaba totalmente de acuerdo. Luego de ello movimos a Lechita a un lado de la Sala con mucho cuidado y nos pusimos con N a hacer el desayuno…


El amor, es como una planta.

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